jueves, 25 de noviembre de 2010

SEMANA DEL 15 al 19 de noviembre. DIARIO DE PRÁCTICAS IV.

DIARIO DE PRÁCTICAS IV.

Siguiendo las recomendaciones de nuestro Tutor de prácticum, en este diario de prácticas que pertenece al periodo comprendido entre el 15 y el 19 de noviembre, realizaré una exposición más generalizada de lo que he hecho en esta semana.
El alumnado parece estar cada vez más identificado con el trabajo que estoy llevando a cabo. Empiezan a encontrar cierta familiaridad con las actividades que se realizan y ya no son tan reticentes a mostrar sus opiniones, sobre todo al tratarse estas de emociones personales. Comienzan a entender que no se trata de que los demás puedan escudriñar sus más íntimos sentimientos, pudiendo así mostrar en cierta forma una debilidad no admisible en sus esquemas de relación, sino de un trabajo que les llevará a conocerse mejor a sí mismos y por tanto a entender el por qué de sus sentimientos y sus reacciones.
Una de las razones por las que creo que la actitud del alumnado está cambiando es porque no se pierde tanto tiempo en empezar las tareas encomendadas y además las “gracietas” típicas que antes eran un tanto común, ahora van remitiendo cada vez más; inclusive, algunas veces, alguno de los alumnos les llaman la atención a sus propios compañeros. Desde este punto de vista, creo que se ha mejorado la participación y el trabajo del alumnado, aunque queda mucho camino por recorrer.
Sigue existiendo cierto problema con la incompatibilidad de horarios con el profesorado. Es difícil que pueda reunirme con todos los que yo quisiese. Aún así, el trabajo del Jefe de Estudios es encomiable y siempre está a mi disposición, dentro de los límites que su puesto le permiten.
En este periodo de actividad he pretendido que el alumnado trabaje sobre sus propias emociones, que las conozca y las acepte, para a partir de aquí pueda modificarlas o al menos controlar en cierta forma las que le son negativas y potencias las que le son positivas.
A partir del conocimiento de uno mismo y la visión de que “uno no es perfecto” sino todo lo contrario, podemos entrar en una tónica de aceptación del otro. Cuando la propia persona conoce y acepta sus defectos es más probable que los defectos de los demás sean matizados y que inclusive podamos encontrar una explicación del por qué de los mismos. Todo esto nos conducirá a uno de los elementos base de las relaciones humanas: la resolución de conflictos. Conocernos a nosotros mismos y a los demás y poder sacar conclusiones de las emociones que podamos y puedan sentir en un momento dado y que estas nos lleven a ciertos comportamientos, nos permitirán solucionar los problemas que puedan surgir en el trato diario.
El trabajo de la identificación de conflictos que hemos realizado le ha servido al alumnado para reflexionar sobre los mismos y en algunos casos a rectificar ciertas actitudes mostradas. La identificación de conflictos no se ha limitado a los componentes que hay en la clase, algunos han expresados los problemas que han tenido con familiares o con amigos que no se encuentran el la Universidad. Además de identificar los conflictos han meditado sobre lo que realmente les hubiera gustado que hubiese pasado y de qué forma su comportamiento ha influido en el resultado final y no en el deseado.
El trabajo creo que es muy positivo ya que poco a poco se van adentrando en sus emociones más íntimas, las van comprendiendo y aceptando. Esto les permite mejorar en sus vivencias y aceptarse tal como son.
El último bloque de trabajo de esta semana podríamos nombrarlo como “ME RÍO DE MÍ”. Ha sido la continuación del trabajo de comprensión y aceptación de las propias emociones y de las de los compañeros.
Este “me río de mí” no significa que me tome todo a guasa: ¡ya he conocido lo que soy y como he llegado a serlo, y ahora me da igual todo!. No, no es ese el objetivo. El objetivo que se pretende alcanzar con este último trabajo es tomar como base de las emociones la alegría, y con ella, todas las emociones que suscita. Tomar la alegría como base de nuestra forma de vida es un modo muy positivo de afrontar situaciones dramáticas o al menos complicadas. Es conveniente aprender a prolongar la alegría o a mantener cierto grado de felicidad en situaciones difíciles que la vida siempre nos muestra.
Hemos contrapuesto y “analizado”, lo que ha dado muchísimo juego para expresar diferentes puntos de vista y diferentes sentimientos, dos poemas, uno de Pablo Neruda que nos habla de la felicidad y de la grandeza de vivir, y otro de Miguel Hernández que nos habla del dolor que siente un amigo por la pérdida del otro. Os pongo los poemas porque realmente son maravillosos:

Muere lentamente quien no viaja,
quien no lee,
quien no oye música,
quien no encuentra gracia en sí mismo.

Muere lentamente
quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.

Muere lentamente
quien se transforma en esclavo del hábito
repitiendo todos los días los mismos
trayectos,
quien no cambia de marca,
no se atreve a cambiar el color de su
vestimenta
o bien no conversa con quien no
conoce.

Muere lentamente
quien evita una pasión y su remolino
de emociones,
justamente estas que regresan el brillo
a los ojos y restauran los corazones
destrozados.

Muere lentamente
quien no gira el volante cuando esta infeliz
con su trabajo, o su amor,
quien no arriesga lo cierto ni lo incierto para ir
detrás de un sueño
quien no se permite, ni siquiera una vez en su vida,
huir de los consejos sensatos...

¡Vive hoy!
¡Arriesga hoy!
¡Hazlo hoy!
¡No te dejes morir lentamente!
¡NO TE IMPIDAS SER FELIZ!

Pablo Neruda.




Elegía a Ramón Sijé.
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas,
y órganos mi dolor sin instrumentos,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler, me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo voy
de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano está rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes,
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero mirar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera,
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas
y tu sangre se irá a cada lado,
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas,
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Miguel Hernández.

Es curioso como dentro del poema de Miguel Hernández han podido encontrar cierto grado de “felicidad” o al menos de satisfacción al ver cómo amistades de este tipo pueden darse.
Por último hemos realizado el CUESTIONARIO DE OXFORD sobre la felicidad.
La semana ha sido muy satisfactoria, aunque existen cosas que habrá que intentar mejorar para poder sacar más provecho de ellas.

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